La Copa Libertadores 2015 terminó con un empate a cero en Buenos Aires ante Huracán y como todos saben, la eliminación tuvo efecto en Lima hace una semana y el partido disputado en el Tomás A. Ducó es la prueba más clara de que si Guillermo Sanguinetti y sus dirigidos se lo proponían, hoy estaríamos hablando de otra cosa.

¿Hablar de fútbol? No se qué decir cuando el equipo sacó un empate sin haber entrenado cuatro días, con un trajinar Lima - Huancayo - Lima - Buenos Aires. Un ambiente hostil a la llegada a la capital argentina, un entrenador cuestionado más que los propios jugadores y una barra que se hizo presente al pie del Obelisco. Así y todo, la obligación mandaba a cerrar la eliminatoria con un resultado (y rendimiento decoroso).  

Hablar de la llave con Huracán es redundar, es explicar otra vez el desastre y la verdad ya no estamos para eso. Hay que levantar la cabeza y mirar adelante pero para eso se requieren demasiados ingredientes para no resbalar feo como esta semana.

Debe existir un mea culpa de Sanguinetti. Si el uruguayo confirma que se queda, debe encerrarse donde sea y pensar que este fracaso es 99% suya y hacer los correctivos necesarios. Para el Torneo Local hay el plantel que exige y creo que desde aquí hasta diciembre no hay margen de error. Campeonar es una obligación y para un equipo grande con mayor razón. El Topo sabe que su deuda con la afición es grande y debe saldarla.

A los jugadores, que se den cuenta la camiseta que viste, que el azul y blanco no son meros colores sino una bandera que hay que defender con orgullo. Que deben vivir para Alianza, por Alianza y no de Alianza pues ellos pasan con el tiempo, Alianza Lima no, perdura y va a perdurar por toda la eternidad.

Y al hincha... Nosotros seguiremos remando en esta ola llamada Alianza Lima y esa remada no tiene final.

Cierro el post con un comentario en "Cadena Noticias" en Radio Cadena 1200 AM.